M.A. RUIZ MAÓ.— El empresario catalán Josep María Drudis calificó ayer de
«auténtica barbaridad» las acusaciones de los trabajadores de
Catisa, quienes sostienen que incumplió sus compromisos de
inversión yvendió la fábrica bisutera para favorecer una operación
urbanística sobre los terrenos.
La empresa se verá obligada a echar el cierre antes del próximo
3 de mayo si la promotora Puck Tower 2000, de capital holandés,
mantiene su voluntad de ejecutar la opción de compra que adquirió
a Drudis el 24 de octubre de 2000 sobre el inmueble. Sus planes
pasan por derribar la fábrica para construir sobre el solar una
manzana de 91 viviendas, con una inversión de 9 millones de euros.
El director general de Economía del Govern, Antoni Montserrat,
anunció el lunes que los trabajadores de Catisa tienen intención de
demandar a Drudis por un presunto delito societario. A su juicio, el
proceso «tiene todos los elementos de una operación especulativa.
Todo estaba dirigido a que Catisa cerrara en 2002».
Josep María Drudis se mostró ayer «alucinado» por estas
acusaciones.«Cuando compré Catisa en 1999», indicó en
declaraciones a EL MUNDO/El Día de Baleares, «se encontraba en
una situación deplorable».
De hecho, la empresa arrastraba en aquellos momentos deudas por
importe de 300.000 euros, que se habían duplicado cuando, dos
años después, la traspasó a Enric Perera al precio de una peseta
por acción.
«Luchamos para que la empresa funcionara, porque mi intención
era tenerla toda la vida, pero se me cruzaron unos señores», añade
Drudisen referencia a los socios de Enric Perera, «a los que interesaba
la fábrica»,supuestamente para elaborar complementos de joyería.
«Otra cosa es que luego se pelearan entre ellos y dejaran a Perera
solo. Si yo vendo un coche y el nuevo dueño lo estrella contra un
árbol, no me pueden echar a mí la culpa del accidente», concluye el
empresario catalán.
Las instalaciones de la fábrica están ubicadas mediante un contrato
de alquiler sobre un solar de 5.300 metros cuadrados, en una zona
residencial de Maó, propiedad de las familias Timoner, Carretero,
Rosselló y Gomila, fundadoras de esta emblemática industria.
Cuando Drudis les compró la empresa, el 3 de mayo de 1999,
también adquirió por 216.364 euros una opción de compra sobre
los terrenos,como anticipo de un precio total de 1,2 millones de euros
(200 millones de pesetas). Aunque en el contrato se hizo constar
expresamente que no podía traspasar la opción de compra a
terceros,Drudis la vendió a Puck Tower 2000 el 24 de octubre de
2000.
Significativamente, la operación se escrituró en 126.212 euros,
90.152 menos de los que él había pagado un año antes. Tan sólo
24 horas antes, los fundadores de Catisa modificaron las condiciones
del acuerdo autorizándole a traspasar la opción de compra.
En cualquier caso, Drudis asegura que reinvirtió en la propia
empresa los beneficios obtenidos en la operación para resolver los
problemas de liquidez y pagar a los acreedores. El hecho de que
vendiera luegola sociedad al precio de una peseta por acción,
mientras que el precio del inmueble y el solar se ha fijado en 1,2
millones de euros, es la mejor prueba de que el valor urbanístico
de los terrenos es infinitamente superior a la rentabilidad de esta
industria.
Su actual titular, Enric Perera, no tiene ninguna experiencia en
el sector de la bisutería, sino que procede del negocio inmobiliario:
es administrador solidario de varias agencias de la propiedad en
Valencia y Alicante.
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